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ANÁLISIS Y OPINIÓN

Paco Manrique y la insubordinación fundante (Hay algo ahí)

Por Maximiliano Arranz, columnista de Mundo Gremial

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Si bien no soy tan pero tan viejo, sí soy muy, pero muy memorioso, y me siento en la obligación de aclarar, para aquellos que peinan canas, que el Paco Manrique al que me voy a referir en estas líneas no tiene nada que ver con el fallecido Capitán de Navío Francisco “Paco” Manrique, tristemente célebre en su momento por ser partícipe del golpe del 55 y dictaduras posteriores.

Mario “Paco” Manrique es Secretario Adjunto del SMATA, Secretario Gremial de la CGT y ahora candidato a diputado nacional por Unión por la Patria.

Principal aliado de Pablo Moyano en el sindicalismo peronista combativo, y de muy buena relación con el kirchnerismo, el lugar que ocupa en la lista (tercero) de aspirantes al poder legislativo es toda una declaración de principios del espacio: máximo protagonismo para un dirigente obrero de una actividad industrial con alto valor agregado.

El escritor Jorge Luis Borges sostenía, acertadamente, que la particularidad que distingue al argentino y lo ubica en el mundo es la irreverencia; la actitud contestataria, rebelde y cuestionadora de las convenciones y los moldes sociales. El movimiento obrero peronista necesita más dirigentes de peso con esa impronta y Manrique es uno de ellos.

LA INSUBORDINACIÓN FUNDANTE

Según su creador, el profesor Marcelo Gullo, «la teoría de la insubordinación fundante sostiene que todos los procesos emancipatorios exitosos, que todos los procesos de construcción de soberanía real y todos los procesos de desarrollo que lograron resultados positivos fueron el resultado de la insubordinación fundante, es decir, de una insubordinación ideológica contra el orden ideológico establecido por el poder dominante, más un impulso estatal adecuado que permite que el poder (los elementos de poder tangible e intangible de un estado) se convierta en un acto. La primera potencia que construyó un orden ideológico destinado a inhibir la construcción del poder nacional de otros estados y a inhibir el desarrollo de otras naciones fue Gran Bretaña a través de la predicación de la teoría de la división internacional del trabajo y el libre comercio. De ahí que la construcción del poder nacional y el desarrollo económico estuviera vinculada, a partir de entonces, al rechazo de la división internacional del trabajo y del libre comercio”.

Si aplicamos esta teoría al movimiento obrero argentino, podemos decir que este tuvo una insubordinación ideológica a mediados del siglo XX, y que acompañada por el debido y necesario estímulo positivo de Juan Domingo Perón generó una insubordinación fundante.

No obstante, mucha agua ha corrido bajo el puente desde aquellos gloriosos y épicos años. Hoy la actualidad del movimiento obrero requiere, a mi entender, de una nueva insubordinación ideológica que rechace el rol secundario y eunuco que la partidocracia liberal le asigna a los trabajadores en la mesa donde se definen las cosas. Pero dicha insubordinación es nada sin el adecuado impulso político.

Quizás la expresión genuina de representación, que implica la determinación irreverente de Mario Manrique para encarar el salto a lo legislativo, más el impulso político necesario que supone el lugar destacado como candidato a diputado nacional que le han asignado quienes manejan “la lapicera”, pueda significar un punto de partida. En lo personal, no puedo evitar ver, como diría el “ídolo de los niños” Tomás Rebord, que “HAY ALGO AHÌ”.

En términos de disputa de poder real, hoy el sindicalismo es como una semilla de roble. En potencia es un árbol fuerte y majestuoso, pero en acto no es más que una semilla. Si se la riega con agua en exceso se puede pudrir; si se le mezquina el riego se puede secar. Pero si existe una decisión de hacerla florecer, y las cantidades apropiadas de sol y nutrientes le son otorgadas, nada podrá detener al roble.

Obviamente, hay muchas chances de que mis palabras se choquen con la gran picadora de carne de la política. Pero quienes tengan sentido de la oportunidad no pueden dejar de ver en la candidatura de un Manrique abrazado por la superestructura partidaria del peronismo, una posibilidad de principio de insubordinación fundante. Elementos y condiciones existen para que así sea.