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ANÁLISIS Y OPINIÓN

La creación de la Universidad Nacional Obrera: postales de un proyecto nacional

Por Emmanuel Bonforti*

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Gustavo Cirigliano sostiene que toda la historia es nuestra historia, así como también debemos mirar de forma integral y totalitaria el pasado. Sucede que a veces somos un poco haraganes y otras un tanto mal intencionados y solo recordamos aquello que nos resulta cómodo. Es nuestra obligación en tanto hombres y mujeres pertenecientes al movimiento obrero organizado recordar que una vez hubo un proyecto que decidió darle rango de Universidad al saber técnico y fabril, así fue que el 19 de agosto de 1948 se creaba la Universidad Obrera Nacional.

Educación, los límites del proyecto liberal

Siguiendo en la línea de Gustavo Cirigliano, un proyecto es la trama de historia futura, es el drama y el destino que un pueblo autoconsciente de sus fortalezas y límites. Un proyecto es trama, es experiencia vital y futuro histórico. Así un país que no decide su proyecto se encuentra enjaulado en la decisión de otro. Por ejemplo, si la geopolítica es la disciplina que decide la reorganización del espacio y su territorio de acuerdo a un lineamiento que contempla decisiones políticas, ésta disciplina se desprende un Proyecto Nacional. Lo mismo va a suceder con la educación que se proponga una comunidad en relación a su destino. A mayor dependencia en el proyecto nacional, mayor dependencia en el proyecto educativo.

En su elaboración de principios el propio Gustavo Cirigliano nos aporta un elemento clave para comprender nuestra nota: “todo proyecto nacional determina sus sistema educativo”.

Desde el advenimiento de la falsa modernidad a nuestro país, es decir el proyecto liberal impulsado al calor de la derrota de la Batalla de Caseros, el liberalismo se propuso un esquema binario y de grieta, fomentando la división entre estratos culturales, el primero con mayor residencia en la región formado principalmente por población criolla dedicada a diferentes actividades, el segundo estrato asentado en la zona inmigratoria de la Pampa húmeda dedicado a actividades agropecuarias y sus derivados.

Lo que sucede en este cuadro de situación es la reproducción de un esquema educativo cultural sencillo construido por la idea de la clase dominante apoyado en las clases intelectuales que se encargaron de educar al país. De esta composición surgió un proyecto educativo universitario asentado en la tensión entre el país criollo y el inmigrante, teniendo a la Universidad de Buenos Aires como garante y promotora de esta tensión.

Esta Universidad lejos de ser nacional expresó el carácter porteño de su lugar de origen, construyendo núcleos de afinidad con los sectores que formaron parte del proyecto erróneamente llamado modernizador. La historia de esta Universidad como menciona Juan José Hernández Arregui fue la historia de la oligarquía.

(Edicto de creación de la Universidad de Buenos Aires, firmado el 9 de agosto de 1821).

Siguiendo a éste autor, la universidad no discutió el atraso científico ya que se fortaleció por la dualidad del latifundio terrateniente y el imperialismo inglés. En este derrotero la universidad refleja la mentalidad del proyecto de país liberal fundado en la idea de ventajas comparativas donde Argentina no necesitaba impulsar un proceso de industrialización porque su riqueza se asentaba en los pingues beneficios del poder terrateniente.

Resulta paradójico entonces que de un proyecto que se autodenominaba como moderno la universidad no necesitaba de la ciencia ni de la tecnología. Las profesiones que promovían la universidad pastoril tenían que ver con la proliferación de maestras normales, contadores de empresas británicas, abogados de estancias y veterinarios. En ese falso clima de modernidad y de ficcionalidad tan propio del liberalismo observamos como dice Hernández Arregui que no es la ciencia la que crea la industria, sino la industria la que promueve el adelanto científico. Este camino dependerá de la transformación de un proyecto nacional, pero para esto habrá que esperar hasta 1943.

Educación y proyecto Nacional en la Nueva Argentina

Hasta 1948 la educación pertenecía al Ministerio de Justicia, a partir de esa fecha la educación comenzaba a tener su propio presupuesto y planificación.

El nuevo proyecto de Justicia Social contemplaba la conformación plena de los derechos comunitarios, donde los derechos civiles, políticos y sociales no se conquistaban de manera individual. En ese sentido el pueblo gozará del acceso a todas las fuentes de conocimiento y enseñanza, la modernidad tardía impulsada por el peronismo en materia educativa no es más que la puesta en marcha que la democratización de ese derecho.

El artículo que nos convoca tiene que ver con la creación de la Universidad Obrera Nacional, pero esta realización ya comenzaba a ser vislumbrada en 1944 cuando por primera vez se creaba un sistema de enseñanza en técnica, oficio y artes manuales, de esta manera el sistema educativo de la vieja oligarquía empezaba a desvanecerse. A partir de 1944 se impulsaba la creación Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional, se creaban escuelas de aprendizaje, escuelas fábricas, escuelas de perfeccionamiento para obreros. Estos establecimientos estaban a cargo de la supervisión de la Secretaría de trabajo y Previsión, dicha Secretaría estaba a cargo de un tal Juan Perón.

Esta realización tiene su culminación en la creación de la Universidad Obrera Nacional, en relación a su nacimiento el propio Perón decía: «Hemos de llevar la Universidad Obrera a nuestros muchachos pobres porque entre ellos, estoy persuadido hay más inteligencia y más corazón”. En esa cita Perón lograba cerrar ese falso antagonismo entre alpargatas y libros, y también le otorgaba lugar aquella porción del país que siempre había sido omitida por los proyectos precedentes. En esta realización se fusionaban el mundo del trabajo y la formación, Perón convocaba e invitaba al mundo criollo y a los hijos de la nueva a Argentina a formarse en pos de una Argentina que avanzaba hacia un nuevo estadío de industrialización.

La nueva Argentina también fue promotora de nuevos valores, donde los trabajadores fueron protagonistas en su ámbito de trabajo y donde la formación es una herramienta de transformación puesta al servicio de los trabajadores. La educación aportaba solución a los problemas de corto, mediano y sobre todo largo alcance. Asistimos a un escenario de movilidad social ascendente pero también a un proceso educativo puesto al servicio de la comunidad en la cual el trabajador es el principal engranaje de aquella, impulsor de riqueza y grandeza.

 

* Columnista de Mundo Gremial. Docente de la materia Pensamiento Nacional y Latinoamericano, Departamento de Planificación y Políticas de la Universidad Nacional de Lanús (UNLa)