ANÁLISIS Y OPINIÓN
8M: La brecha de género y un Gobierno que ataca nuestros derechos
Por Natalia Sánchez Jauregui- Secretaria Nacional de Organización de la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (UATRE).

Cada 8 de marzo, las mujeres trabajadoras volvemos a las calles para recordar que la desigualdad persiste y que la lucha sigue siendo necesaria. La brecha de género en el mundo laboral es una realidad que atraviesa a todas las trabajadoras, sin importar el sector o la región en la que nos desempeñemos. Seguimos ganando menos que nuestros compañeros varones por el mismo trabajo, seguimos ocupando menos puestos de decisión y seguimos asumiendo, en soledad, el trabajo de cuidados que el sistema invisibiliza.
Pero este 8M tiene una gravedad aún mayor: nos enfrentamos a un gobierno nacional que está decidido a desmantelar los derechos conquistados con décadas de lucha. La eliminación de programas de equidad de género, el vaciamiento de políticas de cuidado, salud, educación y el desprecio por las agendas feministas nos ponen en estado de alerta. La precarización que promueven sus medidas golpea con más fuerza a las mujeres y disidencias, quienes ya partimos de una situación de desigualdad estructural.
En el ámbito rural, la situación de las mujeres es aún más crítica. Las trabajadoras rurales enfrentan mayores niveles de informalidad, menor acceso a derechos laborales básicos y una sobrecarga de trabajo no remunerado en sus hogares.
A pesar de su rol fundamental en la producción de alimentos y en la economía de sus comunidades, continúan siendo invisibilizadas y excluidas de espacios de decisión.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la brecha salarial de género en el sector agrícola sigue siendo una de las más altas, con mujeres que ganan hasta un 40% menos que los hombres en algunos países en desarrollo (OIT, 2023).
Mientras el gobierno avanza con reformas que benefician a los grandes empresarios y debilitan las regulaciones laborales, nosotras seguimos exigiendo lo básico: igual salario por igual trabajo, licencias equitativas, protección contra la violencia en los espacios laborales y el reconocimiento del trabajo de cuidados. No estamos pidiendo privilegios, estamos exigiendo derechos.
El 8M es un día de lucha, no de celebración. Es el recordatorio de que los derechos se conquistan y se defienden en las calles, en los sindicatos, en cada espacio de trabajo. No permitiremos que nos quiten lo que nos pertenece.
Hoy más que nunca, unidad, organización y lucha. Porque si tocan a una, respondemos todas.